jueves, 2 de febrero de 2012

FANTASÍAS PEÑANIETISTAS por Iván Santillana.

Hace un par de días, conversando con un buen amigo a través de alguna red social, salió a diálogo un tema del que se ha hablado mucho los últimos meses en el ámbito político mexicano: Los errores de comunicación y mercadeo de Enrique Peña Nieto.


Y es que, faltando poco tiempo para que se realicen las elecciones presidenciales, el pueblo mexicano ha comenzado a tomar en consideración cada detalle de los posibles candidatos a ocupar el trono ejecutivo del sub-imperio azteca. Tal es el caso de mi camarada, quien me cuestionó del porqué algunos ciudadanos hemos tomado tan a pecho la postura “No Lectora” de Peña Nieto. He aquí el razonamiento de mi disgusto.


La historia (Tanto en su versión oficial, como en la verídica. La segunda más que la primera) se ha encargado de demostrarnos que en nuestro país el problema, de fondo y forma, ha sido la bajísima calidad en la educación pública y, sobretodo, la falta de interés por parte de nuestros compatriotas en aspectos tan sencillos como la cultura, la ciencia, el arte, la creatividad y la consciencia social. Incluso, podría mencionar como factores influyentes en este crónico conflicto a las corrientes religiosas y a la idiosincrasia general; sin embargo, para ello requiero mayores argumentos que ahora mismo no vienen al caso.


Ahora bien, tomando en consideración dicha problemática debemos analizar el hecho de que, es tarea de las instituciones gubernamentales implementar programas de apoyo a la ciudadanía que garanticen una igualdad de oportunidades en el acceso a medios informativos que resulten eficaces para la formación de un carácter crítico-emprendedor en la juventud mexicana. Por ende, la figura del Presidente de la República, debería (hablando utópicamente) estar representada por un personaje que además de liderazgo, proyecte: Una imagen amigable hacia el conocimiento, sensibilidad en las necesidades sociales, solidaridad para combatir la desgracia común, familiarizado con el sentir del pueblo, preocupado por el cuidado del medio ambiente, férreo defensor de los derechos humanos, obrero de un proyecto firme que busque alcanzar un progreso sostenido, laico, firme, honesto, enérgico… entre otras cosas.


Tal vez parezca imposible o hasta exagerada la idea de contar con una figura de tal eficiencia, pero creo que es nuestro deber como ciudadanos exigir en todo nivel de gobierno e instancia pública el mayor grado de especialización y compromiso posibles. De otra manera, nuestro pueblo seguirá siendo vulnerable al ataque de infinidad de enemigos internos cuya única finalidad será la de obtener mayor poder a costa del sufrimiento y carencia generalizada. Así mismo, creo que todo mexicano está obligado a emitir una crítica de sí mismo y preguntarse: ¿Qué está mal en mi actuar cotidiano? Y no sólo eso, sino plantearse como propósito encontrar una solución eficaz para corregir sus errores.


Para concluir, me gustaría tener la oportunidad de recomendarle a Enrique Peña Nieto (a través de sus asesores) planear una estrategia que lo deslinde de esa imagen ignorante, superficial, burguesa y desidiosa en la que se le ha etiquetado. Basta con que analice a sus contrapartes y tenga la delicadeza de identificar que, si algo tienen en común (aparte del deseo por vencerlo) es que prácticamente todos ellos han escrito libros, artículos, iniciativas y proyectos de ley, programas públicos, planes de desarrollo, y demás.


A mi amigo, de manera más personal, le respondería que no esperamos que Enrique Peña Nieto sea fiel seguidor de Nietzsche, Dostoievski, Bukowski, Hemingway, Voltaire, García Márquez, Fuentes, Octavio Paz, Neruda, Vargas Llosa, Benedetti, Cortázar, Fitzgerald, Sheakespeare, Homero, Virgilio, Netzahualcóyotl y demás. Pero, podemos pedirle que este relacionado con lecturas propias de todo aquel que se interese en las ciencias políticas y sociales como las de  Aristóteles, Maquiavelo, Kant, Kelsen, Hegel, Marx, Engels, Weber, Bobbio, etc. O ya como mínimo, exigirle que lea el sistema normativo que regula la vida de la sociedad mexicana; así, al menos, cuando le pregunten “¿Cuál es su libro favorito?” podría sacarse de la manga una respuesta como la de Andrés Manuel López Obrador: “La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos”.