Hace ya poco más de un mes que se
celebraron los comicios para elegir Presidente de la República, Senadores y
Diputados Federales. En algunos Entidades Federativas, también se hicieron
relevos para los cargos de Gobernador, Alcaldías y algunos Congresos locales.
Sin embargo, ninguna de ellas ha causado tanto revuelo como la primera, la
elección del Ejecutivo Federal.
Y
es que a pesar de que ha pasado ya un mes desde que se celebraron las
elecciones, aun no queda plenamente acreditada la posición para quien resultó
ser el puntero de la misma. Tenemos nuevamente dos extremos que sin duda son
vergonzosos, el de aquellos que dicen que existen pruebas suficientes para
invalidar la elección y el de aquellos que señalan que aun cuando existieron
violaciones a la Ley a lo largo de toda la campaña electoral e incluso en la jornada
misma, consideran que dichos elementos no son suficientes para invalidar los
comicios. Prefiero dejar fuera la opinión de aquellos que piensan que la
jornada fue ejemplar, porque de manera honesta y respetuosa, no me queda clara
la elección de la que hablan.
Pero
la pregunta a todo esto es ¿en dónde estamos parados? Cada vez es más claro que
la imposición del más ignorante de los candidatos, será el resultado final de
estos comicios. Es decir, Peña Nieto será Presidente de la República y
viviremos una vez más, un fraude electoral al que los mexicanos tendrán que
sobrevivir por otros seis años si bien nos va. Comienza a darse la segunda
etapa de la manipulación, y los medios inician con el bombardeo al decir que la
sociedad está cansada, que se ha dado cuenta de que la elección ha sido limpia,
de que el loco de Andrés Manuel López Obrador nuevamente quiere ser presidente
a la de a fuerza y que los chavos del #YoSoy132 están cada vez más coludidos
con los políticos corruptos del país. De todo esto, lo único cierto es que
efectivamente la sociedad vuelve a ser víctima de este bombardeo mediático en
donde el único triunfo, parece ser la resignación para aceptar a un personaje, como
he dicho, el más ignorante peleando el título a Fox, para presidir el cargo
político más importante del país, y trascender a la historia como aquel guapete
de telenovela sin ningún perfil espectacular que llegó a ser Presidente.
La
sociedad tiene que aguantar y demostrar que está cansada de que le vean la cara
un año sí y el otro también, tiene que salir a las calles a expresar su
inconformidad, aun cuando esto represente el hartazgo banal de un s ector de la
población conformista que critica desde un asiento dándose aires de
intelectuales, sin aportar nada verdaderamente productivo al pensamiento
crítico que debería existir en una sociedad que ha sido tan pisoteada a lo
largo de su historia misma.
No
es que me situé en una perspectiva pesimista o de conformismo, pero he de
aceptar que probablemente Enrique Peña Nieto sea quien encabece la política
nacional por los próximos seis años, y es que, aunque en la praxis son más que
evidentes las irregularidades que podrían hacer valida la nulidad de la
elección, persiste a la par un ordenamiento jurídico que como siempre, protege
menos al ciudadano y privilegia más los intereses de los poderes fácticos que
controlan al país. Es vergonzoso que el Tribunal Electoral del Poder Judicial
de la Federación tenga como spot, y que en realidad pareciera su lema, el decir
que: “Tú tomas la decisión, nosotros la protegemos”; cuando sigue sin quedar
clara la decisión que protegen, y que en vísperas de quedar bien con aquellos
que lo mantienen en un cargo, sacrifican de plano el derecho a elegir
libremente de aquellos que creen vivir en una democracia.
No
quiero perder la esperanza, y deseo pensar por un momento que invalidar la
elección es posible, porque sin duda existen elementos suficientes para
proceder en esos términos, pero francamente, al ver a las personas que ocupan
las sillas del Tribunal Electoral, la decepción vuelve inevitablemente. Lo
único que me queda claro, es que como buenos guerreros que son los mexicanos,
aquellos que luchan en verdad por ser libres y aspirar a un país más justo, se
impondrán para controlar, criticar y exigir al probablemente impuesto
Presidente de la Nación. Porque solamente así, y es que no veo otro camino para
no caer al precipicio, será como nuevamente la sociedad mexicana demuestre que
tiene una capacidad de la que seguramente no se ha dado cuenta que puede
explotar, o que al menos no quiere ejercitar hasta el momento en que algo
verdaderamente atroz la apague.