lunes, 13 de agosto de 2012

Londres 2012 y lo qué dejaron los juegos olímpicos.


El fin de semana pasado, llegaron a su fin los juegos olímpicos de Londres 2012. Con estos, concluyó la trigésima primera edición de los mismos desde su reinstauración en el año de 1896 en Atenas, Grecia. Los próximos juegos se celebrarán en la Ciudad de Rio de Janeiro, Brasil para el año 2016, y la nación anfitriona ha comenzado desde este momento con los preparativos para este destacadísimo evento a nivel internacional.

            Aunque existen muchas perspectivas acerca de los juegos olímpicos a nivel global, es innegable la trascendencia que representa un evento de esta magnitud donde naciones de todo tipo, rompen ideología política, religiosa, social, etcétera, para participar en un ambiente de competencia distinta de la que normalmente se ven envueltas en su entorno habitual.

            En esta ocasión, y como casualmente llega a ocurrir, el primer lugar del medallero es encabezado por los Estados Unidos de América, seguido muy de cerca por la República Popular China y en el tercer lugar, el país anfitrión de la Gran Bretaña. Es interesante el papel de competencia que se desarrolla incluso en el ámbito del deporte y que refleja al mismo tiempo, un escenario no muy distinto al económico, político o social en el que cotidianamente se desarrollan las naciones. Es decir, las potencias mundiales son igualmente potencias en el deporte; panorama que no debe sorprender mucho cuando se analizan las condiciones comunes de cada país.

            Sin embargo, y acá me gustaría hacer un énfasis, el papel de México sigue siendo a mi parecer muy semejante al que existía en un pasado. Aun cuando se ha hecho referencia de que en estos juegos olímpicos, el papel de nuestro país ha sido el mejor de la historia, considero que todavía falta mucho por madurar para verdaderamente desempeñar un papel del cual podamos sentirnos orgullosos. No basta solamente con hacer referencia a que se “ha roto el record mexicano”, o que “estuvimos cerca de ganar el oro” o peor aún “estuvimos cerca de ganar una medalla”. A mi parecer, las medallas no representan el buen o mal desempeño que puede tenerse en cualquier competencia, puesto que en ocasiones no siempre el que se lleva la medalla de oro ha sido el mejor jugador o mejor competidor en una u otra disciplina, sino todo lo contrario el desempeño se mide por la capacidad de cada participante para dar todo y lo mejor de sí mismo.

            Me pregunto la manera en que habrán celebrado sus preseas de oro, plata o bronce, en al menos los tres países que encabezaron el medallero olímpico. Y es que el día sábado, fecha en que la selección mexicana de futbol ganó su única medalla de oro en el deporte que es considerado como el nacional, se festejó a lo largo y ancho del territorio, el hecho inédito que muchas personas esperanzaban. Las televisoras y radiodifusoras de la República se llenaron de anuncios propagandísticos que llegaban verdaderamente al corazón de los mexicanos con mensajes de triunfo y éxito para demostrar que los sueños son posibles. Así, la sociedad se reencontró y refugió una vez más, en un instante de felicidad de los que para esta nación, desgraciadamente suelen ser escasos.

            La verdadera moraleja de las olimpíadas, debería estar enfocada en un sentimiento de superación y no de conformismo. Creo que las siete preseas que con mucho esfuerzo ganaron los atletas mexicanos, solamente pueden servirnos de lección si podemos aprender por ejemplo, de la seguridad que tienen los estadounidenses en cada una de sus competencias; de la disciplina con la que han sido educados los chinos para lograr el mayor de los éxitos; o de la euforia británica para sentirse en casa con esa confianza que los posicionó en el tercer lugar del escalafón.

            A México le falta mucho para pasar de la posición 39 a la 1ª, pero nada es imposible. Si en algo creo, es que el mexicano puede lograr lo que se propone cuando deja de lado su pereza, soberbia y conformismo; y no necesariamente en referencia a los juegos olímpicos, porque la competencia se da en todos los ámbitos, y es muy claro el ejemplo que para bien o para mal: Estados Unidos y China son las potencias tanto a nivel económico como deportivamente hablando. Así que México tendrá que hacer reflexión sobre ello, y pensar que para darle la grandeza que merece esta nación, no basta con una medalla de futbol, hay que desarrollar esa capacidad para transformar y hacer cosas mejores día a día.